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viernes, 16 de febrero de 2018

Anaya se abre paso entre el miedo a López Obrador y el continuismo de Meade


Hugo Páez

No hay fórmula que le funcione al PRI. Los números son durísimos, a prueba del maquillado optimismo de Enrique Ochoa Reza, y el desánimo de José Meade Kuribreña, mostrado a un grupo de reporteros el jueves en MVS.
En las antípodas está Ricardo Anaya Cortés, su carta de navegación marca un ritmo de fragata, a tiempo electoral de alcanzar y rebasar a Andrés Manuel López Obrador, al menos es la deducción de la encuesta del periódico Reforma: el candidato de PAN se abre paso entre el miedo a Andrés Manuel López Obrador, en una banda de flotación de dos puntos en el último trimestre, para llegar a 33% de preferencias electorales, como resultado de 12 años de campaña.
En el otro extremo, el continuismo de José Meade Kuribreña lo colapsó 11 puntos abajo de Anaya, y a 19 de AMLO. Es indudable que las abstracciones de su grupo de asesores lo inducen al error y lo distancian de la realidad, ven al país con ojos de ayer y hacen ruido con viejos instrumentos.
Los números son para prender focos rojos en el PRI. El tercer lugar a esa distancia consolida la final de la contienda entre dos candidatos: Andrés Manuel y Ricardo, y obliga a repensar la tesis del choque entre dos grandes polos en el ánimo del electorado: los que están a favor de López Obrador, y el resto del electorado.
El avance de seis puntos del panista refuerza la hipótesis de que el antisistema NO es monopolio de Andrés Manuel, y que la distancia de ocho puntos entre el primero y el segundo lugar, donde el primero viene de una campaña de 12 años, es un indicador preciso del potencial de la alianza Por México al Frente, pactada por Anaya, Alejandra Barrales Magdaleno (PRD) y Dante Delgado (MC).
Fallaron un sinfín de cosas en el cuarto de guerra de Enrique Ochoa Reza, desde la imagen presuntamente apartidista de Meade Kuribreña, el reclutamiento en el Senado de un grupo de los cinco legisladores calderonistas: Ernesto Cordero, Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth, Salvador Vega y Jorge Lavalle, prestos a traicionar a su partido en un vergonzoso colaboracionismo con Emilio Gamboa Patrón, a las órdenes de Enrique Peña Nieto, sumado al golpismo de Felipe Calderón Hinojosa, y el ataque sistemático para desacreditar a Ricardo Anaya con información patrimonial alterada, y el desempolve de viejos asuntos contra Andrés Manuel y sus hijos José Ramón, Andrés y Gonzalo.
En el recuento de daños está la desatinada conducción bélica de Ochoa Reza, que es utilizada en su contra por grupos internos que piden a Enrique Peña Nieto la remoción del presidente del partido. Así lo hizo el jueves líder del sindicato de burócratas (FSTSE) Joel Ayala Almeida.
En contraste, Ricardo Anaya resolvió favorablemente la campaña de descrédito apoyada por 22 portadas de periódico El Universal, además de la insistencia de presunto enriquecimiento familiar inexplicable, y en el último tramo, el seguimiento de un agente del CISEN de opereta, apodado “El Botas”, sin autorización ni conocimiento de Anaya, con buenos réditos mediáticos para el queretano que enfrentó a su ‘espía’.
En terrenos albiazules se desdibuja Margarita Zavala Gómez del Campo, cae 50% en preferencias electorales al pasar de 8 puntos a 4, tropiezo que desalienta a cualquiera. Los que calcularon la migración del voto anti anayista a Margarita o Meade, sobreestimaron la reacción.
La realidad es otra, notoria por la huída de Javier Lozano Alarcón al PRI y Roberto Gil Zuarth auto exiliado en la academia, en espera de la propuesta de Morena que no llega.
El martes escribí una columna titulada ¿Anaya y Meade se pondrán de acuerdo en la última milla..? (http://ow.ly/Wmjn30iso1X) se basa en que para un sector importante del electorado el objetivo es evitar la llegada de López Obrador a la Presidencia, mientras NO logre desterrar el perturbador miedo que provoca en la clase media y alta, además del potencial radicalismo estilo Venezuela, con sus éxodos masivos a Colombia, y el latente peligro de políticas populistas que hundan al país en una espiral económica.
Sin embargo, hay un éxito inobjetable en el líder de Morena: ha logrado inocular el virus del radicalismo en un sector muy activo de la población, principalmente en jóvenes que NO ven un destino alentador en el rumbo del país.
Esa también es una realidad inobjetable que deberá entender la alianza Por México al Frente, y formular propuestas tangibles.

Hasta aquí el parte de guerra.
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