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viernes, 10 de noviembre de 2017

Riesgo de violencia y presidente electo a tribunales en el 2018

  • INE partidizado es un peligro para la democracia
  • Caso Coahuila tiene más de cinco meses en la incertidumbre por forcejeo de grupos de consejeros
  • Las consecuencias son inimaginables en un conflicto a escala nacional, con movilizaciones prestas a la violencia

Hugo Páez

Más de cinco meses han transcurrido de que Manuel Riquelme Solís fue electo gobernador de Coahuila, con la amenazante incertidumbre judicial de repetir la elección, en la que estaría vetado para participar como candidato.
Los elementos para echarla abajo son tan claros y a la vez tan endebles, según la ley vigente, que mantienen dividido al Instituto Nacional Electoral casi medio año, en una crisis que podría escalar niveles insospechados en la elección presidencial del 2018.
Las consecuencias son inimaginables en un conflicto a escala nacional, con movilizaciones prestas a la violencia, en una contienda cerrada a tercios, según las encuestas más serias.
El problema es que parte de la solución está en el partidismo de los once Consejeros del INE, que, en el caso del candidato del PAN, Guillermo Anaya contra Manuel Riquel del PRI en Coahuila, actuaron como congregados a los partidos.
El 30 de octubre comenté la votación de los consejeros, ratificada el jueves pasado, en ella se aprobó el rebase del 9.2% de gastos del tope de campaña de Riquelme, en una sesión de debate, donde el grupo integrado por Marcos Baños, Dania Ravel, Adriana Favela, Enrique Andrade, y Beatriz Zavala, fue derrotado por Ciro Murayama, Pamela San Martín, Lorenzo Córdova, José Ruiz, Jaime Rivera y Benito Nacif.
Dos grupos con argumentos de clara empatía por uno u otro candidato, que tendrán en sus manos la elección del 2018 y pueden ser un peligro real para la democracia, además de que, en este escenario, los partidos pequeños y los candidatos independientes no tendrán ‘grupo de apoyo’ en el INE de Lorenzo Córdova, tal como los tienen los más fuertes.
Como en el 2012, la salida pacífica apuntará a un resultado holgado, el gobierno federal apuesta a una estrategia para alejar cualquier duda, en última instancia, y ante la opinión pública internacional, el presidente Enrique Peña Nieto será responsable de lo que pase en su país, como en su momento lo fue Barack Obama, Nicolás Maduro, Alí Jamenei en los dudosos comicios de Irán, y de igual forma Xi Jinping en China, reelecto dos semanas atrás.
Dudo que el Instituto Nacional Electoral tenga el temple y la credibilidad en un cierre milimétrico. Imaginemos a Morena con un resultado menor a un punto abajo que el PRI y aliados, o al Frente Ciudadano en la misma situación.
El hecho es que al ser partido y gobierno, la responsabilidad sobre la credibilidad de los comicios recae ineludiblemente en Peña Nieto, a falta de fortaleza de la autoridad electoral, cuestionada también en el camino, por la novatada con los candidatos sin partido, o independientes.
Megalomanías como la del Fiscal Especial para Delitos Electorales, Santiago Nieto Castillo, que sorprendió hasta a sus defensores de la oposición, ONG´s y líderes sociales, aumentan el riesgo y debilitan la estructura institucional que deberá dar el fallo electoral.
No hay duda, la Fepade necesita un titular sólido, acreditado y confiable, una figura que en cada frente electoral tendrá una definición distinta, y una rara avis que cumpla para todos, es prácticamente imposible.
A estas alturas del calendario electoral NO deberíamos estar hablando de instituciones poco creíbles, de falta de fiscal en la Fepade y en Anticorrupción, de repetir una elección estatal cinco meses después, y mucho menos del riesgo de violencia social.
Hasta aquí el parte de guerra.

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