Hugo Páez
La posverdad no es una mentira por definición, es la importancia de la apariencia sobre la verdad, sobre un hecho no verificado. En esos términos, la posverdad es una poderosa arma poselectoral que veremos en acción del 4 de junio en adelante.
Es una dinámica que alimenta la creencia en los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador y de Morena, que hasta el momento son los operadores más eficaces en el submundo dominado por la posverdad: las redes sociales y multimedios, con la inmediatez que eso implica.
No se malinterprete, NO quiero decir que Delfina Gómez no pueda ganar a la buena y con un buen margen, o que la panista Josefina Vázquez Mota no haga lo mismo.
Lo que digo es que un escenario de conflicto poselectoral, con una probable victoria apretada del priista Alfredo del Mazo Maza, la posverdad jugará un papel importante en esta elección previamente cuestionada, a la que al menos Josefina calificó de Elección de Estado.
La posverdad podrá desacreditar cualquier resultado apretado adverso a Morena, por la gran cantidad de denuncias electorales registradas ante la autoridad electoral. Este juego a priori sirve para lo que se ofrezca.
¿Cuál sería el margen de victoria para desinflar la eficacia de la posverdad..? estimo que mayor a cinco puntos porcentuales, una cantidad considerable comparada con la tendencia electoral.
La posverdad alimenta lo que queremos creer, sin importar la verificación.
En el caso del Estado de México da respuesta al encabronamiento generalizado contra el sistema, y ese encabronamiento habla de sacar al PRI de su cueva inexpugnable a otros fuerzas políticas. Ese es el kernel del discurso de Delfina, Josefina y Juan, contra Alfredo.
En esta guerra posverdad, por venir, la contraofensiva del PRI en redes sociales y de los ‘negables’ organismos de inteligencia federal que trabajan contra López Obrador es bastante mala.
Un ejemplo es un reporte burdo de la Comisión Nacional de Seguridad de Renato Sales Heredia, manufactura de la Policía Federal de Manelich Castilla Craviotto, publicado aquí el 10 de enero llamado: Análisis Criminológico de los Sucesos Relacionados por el Incremento al Precio de la Gasolina,
El texto califica, en una especie de lista negra de los 60´s, pero en el 2017, como “Nuevas conductas antisociales” a una serie de personajes como la ex diputada federal Blanca Amelia Gámez Gutiérrez del PAN; Óscar González Yáñez del PT; el senador Mario Delgado Carrillo de Morena; Alfredo Lozoya Santillán como independiente, y, por último, Andrés Manuel López Obrador, presidente de Morena.
El objetivo de la posverdad apuntará a las instituciones electorales, cuestionadas no solamente por Morena, también por los más importantes opositores y cabezas de partido como Ricardo Anaya y Alejandra Barrales.
En ese sentido, Andrés Manuel cambió el discurso sobre la credibilidad de las instituciones, ya no generaliza, ya no es “Al diablo con las instituciones (todas inclusive el Ejército, la Iglesia, etcétera)”, ahora es: “Al diablo con sus instituciones”, y ahí la mira de la posverdad tiene bien centrado al IEE del Edomex, al INE de Lorenzo Córdova, a la Fepade de Santiago Nieto, a la Secretaría de Gobernación de Miguel Osorio Chong, y, por supuesto, a Enrique Peña Nieto.
A manera de ejercicio poselectoral me comentan ¿que pasaría si los indignados bloquean las casetas de entrada y salida al Estado de México, en colindancia con la mancha urbana de la Zona Metropolitana..?
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