Hugo Páez
No imagino al elector con la papeleta de urna en la mano, pensando: “Espero que mi senador -o diputado-, y los ‘pluris’ del partido al que beneficia también mi voto, cumplan sus expectativas personales en el Congreso”.
No imagino el beneplácito de los votantes de los once senadores que brincaron del Sol Azteca y del Partido del Trabajo a Morena, y abandonaron sus partidos para apoyar a Andrés Manuel López Obrador, para asegurar el paraíso. No imagino a esos sufragantes, satisfechos con Miguel Barbosa, Armando Ríos Piter, Sofío Ramírez -al PRI-, Zoé Robledo, Manuel Bartlett, Layda Sansores, Mario Delgado, etcétera, etcétera.
Imposible imaginar a esos votantes con la idea preconcebida, de que a media legislatura, si a algún líder político se le ocurre hacer otro partido -que en el momento de la urna NO existe-, y ese partido se adapta mejor a los intereses del votado, pues que abandone las siglas y vaya tras de un mejor negocio, “¡que caray, para eso está mi voto, para que se utilice como moneda de cambio”.
Tampoco imagino a los votantes de los senadores o diputados, Claudia Pavlovich, Carlos Mendoza Davis, Quirino Ordaz Coppel, Pancho Domínguez, Silvano Aureoles, Javier Corral Jurado, José Rosas Aispuro, Francisco García Cabeza de Vaca, y a los frustrados Jorge Luis Preciado, Lorena Cuéllar, Diva Gastelum, Aarón Irizar, Amador Gaxiola -tan solo en Sinaloa tres trataron de brincar a la gubernatura-, y muchos más, pensar en que el sufragado podrá tranquílamente traicionar su decisión electoral, a la primera oferta aceptable.
Y por supuesto impensable que al pie de urna, el ciudadano piense, “ojala mi voto sirva para que algún legislador plurinominal brinque a un puesto federal, por ejemplo, a la Procuraduría General de la República”, tal como lo hizo la senadora Arely Gómez González y Raúl Cervantes Andrade. De hecho la primera no regresó al Senado después de la PGR, fue premiada con la Secretaría de la Función Pública ¿por qué..?
Bajo estos términos, en realidad NO se trata de legislar, no se trata de aspirar a un auténtico servicio profesional de carrera. En el Congreso federal y los congresos locales, aparece el interés particular como objetivo primordial.
En esa dinámica, la Cámara de Senadores y la de Diputados se erigen como verdaderos Business Center, a la espera de una mejor oferta, ya sea de trabajo o negocios, sin importar vulnerar la voluntad popular. Esa dinámica explique el porqué de la peor evaluación en las encuestas.
Los escépticos y ortodoxos dirán que NO TODOS los legisladores se embarcan en esa travesía en espera de una mejor pesca, pero la gran cantidad de casos esbozan una crisis ética monumental.
Para otros fines justicieros, en el Congreso se habla de revocación de mandato, de plebiscito, y de consulta popular, con el propósito de calificar a los gobiernos, sin embargo, habrá que plantear la posibilidad de que el elector tenga herramientas legales para exigir el cumplimiento de tiempos en legisladores federales y locales.
Esta probidad violentada provoca el efecto antisistema que estamos viviendo, el reclamo de los indignados, al engaño, al abuso, y a la corrupción. Por qué no exigir que cumplan su compromiso de tiempo, o que sufran las consecuencias, porque NO.
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