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martes, 21 de julio de 2015

Liberación de “Lore”, estrategia de Mancera rumbo al 2018

Hugo Páez

De nuevo Joaquín “El Chapo” Guzmán cambia agendas y planes.
La liberación de la Comandante “Lore”, Lorena González Hernández, programada para agosto, fue apresurada en la oficina de Miguel Mancera Espinosa en acuerdo con el presidente del Tribunal de Justicia del DF Edgar Elías Azar, el Procurador Rodolfo Ríos y el aval de Alejandro Martí,  para aprovechar la crisis del gobierno de Enrique Peña Nieto por la fuga del capo del cártel de Sinaloa.
Lorena estuvo en prisión desde el 2008 acusada en falso por el secuestro y posterior asesinato del joven Fernando Martí.
A dos años de iniciado el sexenio pasado, eran tiempos de competencia en el tema seguridad entre los gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa y el de Marcelo Ebrard Casaubón.
El plagio del hijo del empresario Alejandro Martí en un falso retén en Ciudad Universitaria provocó la indignación social y de los medios de comunicación. En esa atmósfera de iracundos reclamos convencieron a Martí de pronunciar en público la frase: “¡Si no pueden renuncien..!”.
Marcelo dijo “Y si puedo”, y el procurador Miguel Mancera Espinosa encontró a sus culpables: la Comandante Lore de la Policía Federal y una presunta banda encabezada por Sergio Humberto Ortiz Juárez, con el irrisorio alias de “El Apá”.
De humor negro si no fuera tragedia el pasar siete años en la cárcel sin deberla. La procuraduría encontró que los hijos de Sergio Ortiz le hablaban al teléfono con el típico: “Oye apa´”, “Si apa´”, así surgió la “leyenda criminal del Apá”, fabricada para probar que Ebrard “Sí pudo”, apoyado en la declaración de Christian Salomones Flores, chofer de Alejandro Martí, quien dijo reconocer a Lorena González en el retén donde fue levantado Fernando. Después se vio envuelto en un dilema al reconocer al verdadero plagiario.
El montaje y la infamia eran evidentes ante las irrefutables pruebas de inocencia. La defensa de la Comandante Lore presentó fotografías que demostraban que el día del secuestro se encontraba en Acapulco, su acompañante así lo reafirmó, pero estaba en juego la palabra de Ebrard, la de Miguel Mancera y la pena devastadora de Alejandro Martí que no digería la tragedia del hijo secuestrado y asesinado.
Fueron en vano los intentos de líderes sociales por convencer a Marcelo Ebrard y Miguel Mancera Espinosa, jamás pondrían en riesgo el capital político por liberar a una ex policía, sin importar los ruegos de líderes sociales, las pruebas de inocencia y la captura de los verdaderos plagiarios encabezados por Adán Silva Petriciolet.

Ahora son tiempos de cerrar pendientes, de limpiar pecados en el camino al 2018, de expiar culpas. A la aspiración presidencial de Miguel Mancera Espinosa le estorban los cadáveres en el closet. La justicia funcional, por supuesto.


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