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jueves, 18 de junio de 2015

La reconciliación no es opcional en el PAN y la izquierda

Hugo Páez

En una guerra civil todos son el enemigo.
No hay perfil suficientemente limpio y neutral que merezca la plena confianza de todas las partes. En este escenario que vive el Partido Acción Nacional no hay nombre que llene las expectativas, es una de las razones de la crítica de Ernesto Cordero Arroyo a Ricardo Anaya Cortés, precandidato a tomar la estafeta de Gustavo Madero Muñoz en la presidencia del partido, que al parecer tendrá que enfrentar la aspiración del senador Javier Corral Jurado.
Pero no todas las posiciones son radicales, están las voluntades que, inmersas en el hartazgo de tres años de reclamos y golpes, desde la derrota del 2012, ceden cuando menos al beneficio de la duda.
La primera tarea del nuevo líder del partido será evitar una fractura diametral. Hablo con Anaya, me comenta que la prioridad es sentar a la mesa a todos los actores para consolidar la unidad del PAN. La historia inmediata obliga al escepticismo.
El autodestape de Margarita Zavala Gómez del Campo a la candidatura presidencial es un síntoma muy serio de escisión, que tuvo como antecedente el anuncio Felipe Calderón Hinojosa de su “Plataforma Ciudadana”, como organización política lateral. Tribu propia, encaminada al registro de organización política y posterior partido.
¿Por qué habrían de permitir los panistas agraviados por la derrota presidencial del 2012 y por la soberbia del calderonismo durante seis años, el retorno de Felipe Calderón Hinojosa a través de Margarita Zavala..?
Es una respuesta que debe aclarar la aspirante presidencial, si en verdad considera aglutinar a los panistas en su proyecto. Otra historia será la ruta de la candidatura independiente. Su conciencia tendrá que definirlo.
No veo a Margarita con la fuerza para dividir al PAN como lo hizo Andrés Manuel con el PRD. Tal vez un grupo de fieles, sobre todo mujeres, la acompañen en la zaga.
En ese escenario ni Margarita, Felipe o Ernesto Cordero Arroyo son una opción real de acceso al poder, que es la fuerza de gravedad que mantiene unidos a los partidos.
Indudablemente esto es suma de voluntades, y en esa búsqueda de la luz al final del túnel Ricardo Anaya o Javier Corral tendrán que señalar las posiciones que tienen la intención expresa de reventar cualquier intento de unidad.
La brutal sacudida que recibió el PRD el 7 de junio levantó manos dispuestas a reconciliar sin importar el difícil acceso a la personalidad del López Obrador victorioso, dueño del escenario, sin embargo, la opción de caminar en solitario lo arriesga todo.
En esa reconciliación tendrá que repensarse la facturación del Sol Azteca a Los Chuchos de Carlos Navarrete Ruiz. En la reconciliación del PAN es necesaria la autonomía de gestión y la pluralidad en la planilla del nuevo líder. Esos primeros pasos no tienen alternativa, no para la competencia que exigirá el 2018.


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