Hugo Páez
Inminente el choque de trenes después del 7 de junio. La yihad de Andrés Manuel López Obrador contra Miguel Mancera Espinosa fue pronunciada el martes.
No hay forma de acuerdo alguno en el epicentro del conflicto: delegación Cuauhtémoc, en la que Ricardo Monreal Ávila y Héctor Serrano Cortés disputarán la candidatura a Jefe de Gobierno del DF en un primer paso, y Andrés Manuel López Obrador y Miguel Mancera la presidencial en un segundo paso en un mismo polo ideológico de izquierda, en constante reacomodo y efervescencia.
López Obrador olió sangre, lo hizo desde el bloqueo al mitin de MORENA en la explanada de la delegación que se abrió paso entre carpas, andamios y ambulantaje.
A partir de ese momento anunció la yihad contra el Jefe de Gobierno, el nuevo innombrable que “vendió su alma” a Enrique Peña Nieto. Andrés Manuel sabe que en el Día “D”, el 7 de junio, el Sol Azteca tendrá en sus manos el cierre de una operación electoral brutal contra MORENA en puntos precisos: Clara Brugada en Iztapalapa, Claudia Sheinbaum en Tlalpan y Cuauhtémoc.
Esa yihad fue reafirmada en el territorio de Sheinbaum: "Aprovecho aquí en Tlalpan para hacer un último llamado a Miguel Mancera para que en estos días ponga orden y se evite la compra del voto, porque si hay fraude electoral en el Distrito Federal, desde luego que no vamos a aceptar los resultados y vamos a denunciar y vamos a enfrentar a los defraudadores".
En realidad no es una amenaza, es el llamado a la tropa. Pero no hay opciones en el razonamiento del Palacio del Ayuntamiento y el PRD de Los Chuchos integrado por Jesús Zambrano, Jesús Ortega, Carlos Navarrete y José Guadalupe Acosta Naranjo, no pueden ceder territorio delegacional a MORENA, tal vez Tlalpan, en ningún momento Cuauhtémoc o Iztapalapa, ya que no hay forma de evitar el avance en la Asamblea Legislativa. La desarticulación de la mayoría perredista es un hecho.
El antecedente es claro, el 14 de abril escribí en esta columna titulada: López Obrador construye la nueva teoría del fraude, contra Mancera (http://goo.gl/QaVMve) Lo que pase el 7 de junio estará sometido al juicio sumario de Andrés Manuel. Apoderarse de una cuarta parte de las jefaturas delegacionales es una meta alcanzable para MORENA. Ese primer paso puede llevar a su delfín a la Jefatura de Gobierno, pero Ricardo Monreal tendrá que coronar en Cuauhtémoc, un púlpito desde el cual pontificará para el líder, y en beneficio propio.
A partir de la elección intermedia, buena parte del territorio amigo pasará a manos del enemigo del Jefe de Gobierno y la inminente división en la Asamblea Legislativa.
La complicación promete ser geométrica. MORENA tendrá territorios, base legislativa y presupuesto para la persecución del PRD, que además enfrentará el pánico que mueve la dinámica de los personajes de la izquierda y de todos los partidos: jugar con el más poderoso.
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