Hugo Páez
Uno de las grandes retos de un Jefe de Gobierno del Distrito Federal es postergar al máximo la revelación de sus aspiraciones presidenciales.
Uno de las grandes retos de un Jefe de Gobierno del Distrito Federal es postergar al máximo la revelación de sus aspiraciones presidenciales.
Siempre será asediado por el tema, la naturaleza de su posición y el enorme presupuesto formal e informal anidan la sospecha de utilizar recursos públicos en el proyecto político personal.
Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón tensaron esa espera al máximo, sin importar la obviedad del futuro, ya que una vez destapados son blancos formales, despojados de la zona de protección que otorga la duda. Repito, aun cuando es obvio.
En estas máximas tan conocidas, es inexplicable la imprudencia de Carlos Navarrete Ruiz, a menos que el propósito sea dinamitar al alba al "candidato natural", como lo señaló.
A partir de la declaración, Navarrete dio la base teórica al ex candidato presidencial para formular la nueva teoría del fraude, como en el 2006, pero en las delegaciones de Mancera, que para su desgracia es escaparate nacional.
Lo que pase el 7 de junio estará sometido al juicio sumario de Andrés Manuel. Apoderarse de una cuarta parte de las jefaturas delegacionales es una meta alcanzable para MORENA. Ese primer paso puede llevar a su delfín a la Jefatura de Gobierno, pero Ricardo Monreal tendrá que coronar en Cuauhtémoc, un púlpito desde el cual pontificará para el líder, y en beneficio propio.
A partir de la elección intermedia, buena parte del territorio amigo pasará a manos del enemigo del Jefe de Gobierno y la inminente división en la Asamblea Legislativa.
La complicación promete ser geométrica. MORENA tendrá territorios, base legislativa y presupuesto para la persecución del PRD, que además enfrentará el pánico que mueve la dinámica de los personajes de la izquierda y de todos los partidos: jugar con el más poderoso.
Destapar a Miguel Mancera es una estupidez tan evidente, como difícil de tragar. Parece obedecer a una estrategia poco clara, a menos que se trate de asestar un golpe al candidato al que el PRD convirtió en Jefe de Gobierno y ahora lo niega.
El juego de intereses en las delegaciones hará imposible un control desde el Palacio del Ayuntamiento, no hay más que rechazar el violentar el espacio legal de cada demarcación, aun cuando ocurra lo contrario, lo vimos en el Consejo del PRD, al rechazar la diputación plurinominal de Marcelo Ebrard Casaubón, y este la atribuyó al veto de Mancera.
Carlos Navarrete reusó responder ayer a la acusación de Andrés Manuel: El PRD es un partido corrupto, y Miguel Mancera dijo que es muy pronto para pensar en la Presidencia de la República. Es mentira, puede ser pronto para exhibir la aspiración, y suicida, por supuesto, pero desde el juramento en la Asamblea Legislativa, el Jefe de Gobierno es una posición natural para la presidencia, tal cual la confesión de Navarrete.
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