Hugo Páez
El sábado por la mañana, la actriz Anahí Puente Portillo envió un mensaje en Twitter a sus miles de seguidores: “Compartimos con todos ustedes el momento más feliz de nuestras vidas”.
Así, sorpresivo, a hurtadillas, anunció su matrimonio con el gobernador Manuel Velasco Coello, después de un asedio en redes sociales y en portales de internet, sobre una presunta boda faraónica en Chiapas, uno de los estados más pobres de México, con enormes diferencias que provocaron el levantamiento del Ejército Zapatista de liberación Nacional (EZLN) el 1 de enero de 1994.
En esos años, el obispo de San Cristóbal de las Casas Samuel Ruiz García, una figura indeleble en la historia de México y vital en la defensa de los pueblos indígenas, fue mediador del conflicto. Ahora su sucesor Felipe Arizmendi Esquivel presidió la boda entre explicaciones atropelladas y la revelación de la sustitución de los padrinos originales Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, para evitar “manifestaciones de inconformidad”.
La ilimitada capacidad de denuncia ciudadana en redes sociales, Facebook, Twitter, Instagram, etc.. la propagación inmediata y el efecto mediático, logran una efectividad asombrosa. Como último ejemplo la renuncia del director de Conagua David Korenfeld Federman, pero a la vez este efecto ejerce una tiranía de cambio radical en la vida cotidiana de las personas públicas.
Casos emblemáticos y otros reportajes periodísticos potenciados por las redes, como la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, la de Malinalco de Luis Videgaray Caso, la masacre en Apatzingán el 6 de enero de este año con la intervención de la Policía Federal -aún en proceso de investigación-, asentaron una especie de jurisprudencia para convertir el ciberespacio en un tribunal con millones de ciudadanos ciberencabronados.
Habrá que hacer una profunda reflexión y análisis de las causas y efectos, nada de controles a la libre expresión disfrazados de regulaciones, pero la incidencia en la vida cotidiana, no sólo de los entes públicos, también en los habitat comunitarios existen historias de repercusiones brutales.
En la magnífica entrevista de John Oliver a Eduard Snowden en Last Week Tonight, el ex empleado de la CIA que reveló documentos secretos sobre los programas de vigilancia de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EEUU), después de estudiar miles de casos, recomienda que ante la invasión a la privacidad, los ciudadanos debemos seguir con nuestra vida cotidiana como siempre, sin alteraciones.
La propuesta de Snowden es una posición muy difícil de entender en estos momentos, peor aún para los perfiles públicos, pero la historia enseña que a cambios más drásticos nos hemos adaptado. ¿Lo cree usted..?
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