Hugo Páez
A una semana de cumplir cuatro meses de la barbarie en Iguala, aparece la temeridad de Ángel Aguirre Herrera, hijo del ex gobernador de Guerrero, en busca de la joya del estado: la alcaldía de Acapulco. Su seguridad es evidente, explicable sólo por el blindaje de alguna negociación al más alto nivel.
Difícil entender el escenario, sin acuerdos del perredismo y una especie de amnistía del gobierno federal a Ángel Heladio Aguirre Rivero, que permanece intocable por la justicia estatal y de la federación.
Comentamos en este espacio la permanencia del ex gobernador, su dominio de fuerzas sobre el partido estatal y la influencia en el nacional. Lo probó Armando Ríos Piter al declinar su intención de buscar la gubernatura por el Sol Azteca: “Me pidieron (Jesús Ortega) negociar con Aguirre”, declaró.
La temeridad de Ángel Jr. violenta el sentido común ante la indudable corresponsabilidad del ex gobernador, al menos en las condiciones políticas y tolerancia del crimen organizado que derivaron en el asesinato de normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 42, que metieron al país en la peor crisis del sexenio.
Frente a la escena impensable tres meses atrás, la justificación de Carlos Navarrete es de humor involuntario: “Serán los acapulqueños los que decidan”.
El precandidato llegó al hotel Crown Plaza del puerto apuntalado por tres corrientes de izquierda en el estado, difícilmente le hará sombra otro precandidato y abre la puerta al plan “B” con Luis Walton en la candidatura a la gubernatura por las izquierdas, ayer pidió licencia para abanderar la del Movimiento Ciudadano y va por otos acuerdos.
Desde su posición de gobernador, durante los 27 días posteriores a la masacre de Iguala, manejó información de primera línea, manipuló escenarios y pruebas de la investigación de su fiscal Iñaki Cabrera. Guardó lo necesario para su supervivencia, Iñaki fue despedido y declarado en PGR.
Aguirre Rivero guarda muchos secretos que incluyen al Ejército apostado en la zona central de Iguala. Conoció a detalle los movimientos de José Luis Abarca Velázquez, María de los Ángeles Pineda Villa y sus nexos con el grupo criminal Guerreros Unidos.
Es el hombre en el estado, decide el destino del PRD, alejó a Ríos Piter, el gobernador Rogelio Ortega y la PGR no lo tocan y su hijo tomará la mejor posición después de la gubernatura.
Y en teoría seguimos hablando de combatir la impunidad, en teoría.
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