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martes, 6 de enero de 2015

El liderazgo político del Papa Francisco

Hugo Páez


Permear en las mentes escépticas, en el agnosticismo intermedio entre el teísmo y el ateísmo, es una saga que se puede apuntar Jorge Bergoglio.
Desde el cónclave que dejó atrás el nombre secular para llamarlo Francisco, en honor al santo de Asís, aparece el Papa con un guión político muy bien estudiado bajo el brazo, que lo impulsa a un liderazgo internacional inalcanzable, cuando menos en estos momentos difíciles para Barack Obama en América, Xi Jinping en Asia, Angela Merkel en Europa, y ni qué decir de las carencias de figuras en África, Oceanía y el mundo árabe.
El pontífice argentino llegó a romper mitos y a limpiar en lo posible los terribles pecados de la Iglesia Católica. A impulsar un liberalismo que acotó el Sínodo de los Obispos, sin embargo, logró exhibirlos anquilosados en esa congruencia ética de la Iglesia Católica.
Indudablemente puede cambiar rumbos, la relación Cuba y Estados Unidos es uno de ellos, la reintegración y beatificación del Arzobispo asesinado de San Salvador Oscar Arnulfo Romero será otro capítulo, agregado al avance en casa propia, contra la hegemonía europea en el colegio cardenalicio, prueba de ello son los 15 nuevos nombres que se dieron a conocer el domingo, con orígenes en Panamá, Togo,  nombramientos molestos para la nomenclatura del Vaticano.
Nunca esperó Alberto Suárez Inda el anuncio de la proclama. El Arzobispo de Morelia es todo menos un cruzado contra la delincuencia, está muy lejos de las denuncias valientes del Obispo Miguel Patiño de Apatzingán, de monseñor Héctor González que dio santo y seña de la ubicación de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera en Durango, en abril del 2009, durante la administración de Ismael Hernández Deras. Tampoco autoridad alguna de Felipe Calderón Hinojosa hizo caso.
Pero Michoacán es el estado ícono de la violencia al exterior de México. En el recuento de los méritos contra el crimen organizado, de protección a la feligresía, contra la extorsión, la agresión y muerte de sacerdotes, no se explica su nombramiento más que en términos de mensaje político.
En la lista de los aspirantes a nuevos purpurados en México, el Arzobispo de Monterrey Rogelio Cabrera y el presidente del Consejo Latinoamericano de Obispos, Carlos Aguiar Retes, anteceden a Suárez Inda, pero no sirven a los propósitos del Papa Francisco, Michoacán, la violencia y la barbarie es el mensaje político.
Jorge Bergoglio puso el dedo en la llaga migrante de Lampedusa Italia. A finales de noviembre en el Parlamento Europeo en Estrasburgo hizo un llamado a la “Europa envejecida” a no tolerar que “El Mediterráneo se convierta en un gran cementerio de inmigrantes”.
Pero el domingo pasado de nuevo Francisco evitó nombrar cardenal al Arzobispo José Gómez de Los Ángeles California, tal vez el hombre de la iglesia más comprometido con los migrantes, los vaticanistas hablan de la pugna entre el Opus Dei y la Compañía de Jesús. Parece poco para tomar esa decisión, Bergoglio es más que eso.
En lo personal pienso que no veremos este año en Latinoamérica, en Filadelfia, en el Congreso de Washington y en la ONU en Nueva York, a un Papa, sino a un líder político. En México de nuevo se encenderán las pasiones y los viejos mitos de la separación Iglesia - Estado.
Lo cierto es que el capital político mostrado en cada visita, capaz de sacar a millones de fieles a la calle, está muy por encima de cualquier otra figura. Inconcebible la imagen del ateo Raúl Castro y del bautista Barack Obama hablando del Papa Francisco en la gran reconciliación de las últimas décadas.

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