Hugo Páez
El silencio le da la razón a Luiz Inácio Lula da Silva al trazar la situación de México, 20 años atrás de la de Brasil en materia energética, y otro tanto en la económica. Ildefonso Guajardo, Luis Videgaray y Pedro Joaquín Coldwell dejan irrefutable la reflexión del ex líder obrero.
No hay fama de boquiflojo que lo preceda, no se trata de arengas chavistas o de Nicolás Maduro, sin embargo coinciden sus datos con la percepción de los mexicanos, reflejada en las encuestas.
Son demasiados cabos sueltos, Enrique Peña Nieto tuvo que apremiar ayer en España la aprobación de las leyes secundarias de Telecomunicaciones y Energética en la primera quincena de julio, sin embargo no habló de destrabar la reglamentaria en materia Político Electoral en los congresos de los estados.
Pero estas prisas ya las vimos con anterioridad. Durante meses se esperó que en cualquier momento los proyectos iban a aterrizar a partir de los 95 puntos del Pacto por México, más el adendum que aglutinaron a las principales voluntades opositoras.
A 18 meses siguen los cabos sueltos, el pronóstico de crecimiento bajó drásticamente, le quitaron dientes a la Secretaría de la Función Pública para gusto de los funcionarios que impusieron a sus amigos como propios contralores, sin aterrizar la Comisión Nacional Anticorrupción.
Amenaza con terminar junio sin avalar en los estados la ley secundaria de la Reforma Político Electoral y en consecuencia la no aplicación de las nuevas reglas en las elecciones del 2015 como condicional del PAN y PRD para avalar las secundarias.
De no cumplirse la condicionante, la parte priista de la Conago y el gobierno federal apuestan que Madero bajará las manos y no será obstáculo para avalar las secundarias de Telecomunicaciones y Energética, esta última, el objetivo real del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Pero los cabos sueltos no terminan en el Congreso, amenazan con retroceder lo avanzado en las reformas constitucionales, como el proyecto de restarle atribuciones al Instituto Federal de Telecomunicaciones y pasarlas a la Secretaría de Gobernación.
El impasse y la curva de aprendizaje se prolongan, el discurso oficial no encaja con la percepción de la gente y le da resonancia a las palabras de Lula da Silva: “La gran promesa económica de México es una mentira”, todo está peor que en Brasil, no hay ningún indicador comparado a los nuestros.
Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera con el recién abdicado
Rey de España Juan Carlos I de Borbón
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