Hugo Páez
Dos probables
escenarios sugieren repensar la renuncia de Gustavo Madero a la presidencia del
CEN del PAN: el riesgo de la estabilidad del partido con Cecilia Romero al
frente, y el futuro de las reformas pendientes firmadas en el Pacto por México,
con grandes posibilidades de continuar con nuevos acuerdos de los tres partidos
y el gobierno federal, con claros mecanismos que no comprometan la condición
opositora de Acción Nacional y el PRD.
El sábado 30
de noviembre será de definitivo para Gustavo Madero. La reunión del Consejo
Nacional deberá precisar las reglas de la convocatoria y la elección interna
programada para el 2 de marzo, sin embargo, la amenaza de falta de cuorum
podría cambiar la agenda de Acción Nacional.
De no cumplirse las condiciones para
tomar acuerdos en el Consejo, la elección podría aplazarse. En estas
circunstancias Madero seguramente se vería obligado a postergar o cancelar la
petición de licencia, asumiendo el costo político del reclamo de los tres
aspirantes más visibles: Ernesto Cordero Arroyo, Josefina Vázquez Mota y Juan
Manuel Oliva.
Pero más allá
de los tiempos del partido, el cambio de actitud de Cecilia Romero a partir del
anuncio de Madero de pedir licencia, prendió focos rojos en el Comité Ejecutivo
Nacional, aumentó el riesgo de posibles cambios en la operación del partido, de
modificar la estructura, y la relación con el PRD, el PRI y el gobierno federal.
Y aun cuando no habría ruptura con el Pacto, podría frenar o dar un viraje
inconveniente en el complejo avance de Acción Nacional, que hasta el momento a
duras penas aprovecha el momento político con resultados tangibles que pueden
cosechen buenos dividendos en los procesos electorales del 2014 y el 2015. Todo
contra viento y marea y a pesar de los intentos de Ernesto Cordero y Josefina
Vázquez Mota de postergar la Reforma Político Electoral, y en consecuencia la
Energética, fuera de los tiempos de Gustavo Madero, a cambio de mejorar su
probabilidad en la contienda por la presidencia del partido.
La lucha por control del PAN es prioritaria,
lo demostró el calderonismo en la elección presidencial después de garantizar
sus posiciones en el Senado y Diputados, sin importar, de nuevo, el futuro del partido.
Si para esos efectos es necesario amarrar alianzas impensables, lo harán, sin
importar el precio político de una alianza con interinato que releve a Madero.
Gustavo se
encuentra en un dilema. Mantenerse en la presidencia de Acción Nacional al
tiempo de buscar la reelección lo convertirá en blanco de fuertes ataques y
reclamos de terreno parejo, aun cuando los nuevos estatutos se lo permitan,
pero lo otro, dejar el control del partido pude ser una jugada mortal, una
oportunidad de oro para la capacidad de operación de Felipe Calderón Hinojosa,
el responsable número uno de la derrota del PAN y el regreso del PRI a Los
Pinos.
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