Hugo Páez
Como anillo al
dedo caería a Felipe Calderón la desaparición de poderes en Michoacán.
Convertiría a Enrique Peña Nieto en el presidente que regresó al PRI a Los
Pinos pero convirtió una entidad de la federación en estado formalmente fallido,
en el primer año de gobierno.
La familia
Calderón piensa en Michoacán como una muestra de ingratitud política. Luisa
María Calderón perdió la gubernatura a pesar de tener a un hermano sentado en
la silla presidencial, y a un candidato presidencial y ex Secretario de Hacienda
en franco apoyo a su campaña: Ernesto Cordero Arroyo. Reveses que serían
explicados por la profunda podredumbre en el estado, y la incompetencia del PRI al
sembrar falsas esperanzas en Fausto Vallejo.
Como solución,
la desaparición de poderes es nebulosa, no hay duda de la brutal corrupción y
podredumbre de los gobiernos municipales y el estatal que añejó sus problemas
en décadas de gobiernos perredistas, hasta llegar al climax de los Godoy:
Leonel en la Casa de Gobierno del Estado y su hermano Julio Cesar, prófugo de
la justicia por nexos con el crimen organizado.
Tampoco hay duda de los magros
resultados del gobierno federal que provocaron las denuncias de los obispos de
Zamora y Apatzingán, este último, Miguel Patiño, arriesgando su integridad con
una carta detallada exhibiendo a los tres niveles de autoridad, y la
descomposición del estado.
Pero lo que
extraña es el petit comite de senadores panistas estrechamente ligados a
Felipe Calderón que insisten en la desaparición de poderes. La exigencia va sin
el amplio coro que podrían entonar los 114 diputados de Acción Nacional y el
resto de los 38 senadores que integran los grupos parlamentarios, mas el CEN
del partido.
Así vimos en
escena a los senadores Ernesto Cordero Arroyo, Roberto Gil Zuarth, presidente
de la Comisión de Justicia y Fernando Yunes, presidente de la Comisión de
Defensa Nacional, pidiendo nuevamente la desaparición de poderes en Michoacán, para
restablecer el orden y apoyar a las autoridades que hoy son sometidas a la ley
de la plata o el plomo por parte del narcotráfico.
Ernesto Cordero exigió que se investigue no solo quién está
recibiendo sobornos, también a las autoridades que recibieron financiamiento
del narcotráfico en las campañas, porque son asuntos que no pueden
desvincularse. Es un viejo reclamo de “Cocoa” Calderón después de perder la
gubernatura. El ex Secretario de Hacienda de Felipe Calderón afirmó: “Eso
se tiene que investigar, es algo gravísimo, el que ya el crimen organizado esté
patrocinando autoridades, presidentes municipales es algo muy grave y
repetimos, hay que revisar si hay condiciones de gobernabilidad en Michoacán
y si no hay que actuar en consecuencia”.
De
la tercia de panistas, Cordero Arroyo no preside alguna Comisión relacionada
con seguridad pública, sin embargo lleva la voz cantante, y aunque le asiste
todo el derecho a este tipo de demandas, no deja de hacer ruido el detalle, y
define la cohesión de este grupo en función de la jetatura que ejerce Felipe
Calderón.
Obviamente
una exigencia conjunta de toda la curia panista para desaparecer poderes en
Michoacán rompería drásticamente la interlocución de Gustavo Madero con el
gobierno federal, amen de reventar los acuerdos de las reformas que trata de
finiquitar antes de pedir licencia para buscar la reelección. En consecuencia,
facilitaría a Cordero el ascenso a la presidencia del PAN, impulsado como el
verdadero opositor a Enrique Peña Nieto.
Michoacán
parece una ecuación imposible, ese problema lo asumieron Vallejo y Peña Nieto
al buscar ser gobierno, su responsabilidad es arreglarlo, pero esa ruta está
llena de intereses mimetizados como reclamos auténticos. Oportunismo, nada más.
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