Hugo Páez
El grupo de panistas que entregaron la
Presidencia de la República al PRI, encabezados por Felipe Calderón Hinojosa,
ahora pretenden simular una “rescate” del partido, cuando en realidad el
objetivo es proteger el estatus que gozaron durante seis años, y lo que va del
periodo legislativo.
Un personaje muy cercano a Ernesto Cordero, en su momento de
todas las confianzas de Felipe Calderón en la Presidencia de la República, me comentó:
es preferible que gane al PRI a Josefina Vázquez Mota.
Los fieles a Calderón están convencido
de que el escenario que viven actualmente, con un presidente ajeno al PAN reúne
condiciones mas favorables –para ellos, por supuesto-, que el que estarían
viviendo con Josefina en Los Pinos.
Esta narrativa del calderonismo de los
últimos días del sexenio exhibe la cara mas dura de la traición. Aún cuando los
adversarios de Gustavo Madero exalten sus negativos y bosquejen su perfil mas
gris.
La campaña iniciada por Javier Lozano y
Ernesto Cordero con el lema “Rescatemos al PAN” es la típica estrategia
maniquea del bien y el mal: Madero, el entreguista; ellos, la oposición digna. Polarizar
es ideal para formular propuestas como mejor grupo, aun cuando la historia los
señale. Desde otra perspectiva, significa la supervivencia. Con la permanencia
de Madero o un presidente de partido ajeno al ex compacto de Los Pinos, Javier
Lozano complicaría su candidatura a la gubernatura de Puebla.
Para su fortuna Gustavo Madero es el adversario
ideal: derrotado por la contienda presidencial en el 2012, con un partido
achicado por el refrendo –que no necesariamente es malo para su propósito,
aunque mediáticamente resultó en un fiasco- y con una oposición al calderonismo
totalmente atomizada, cuyo interés común es la animadversión a todo lo que
huela al ex presidente exiliado en Harvard.
Un ejemplo claro del individualismo que
juega en contra es Javier Corral. El senador de Chihuahua es un excelente
tribuno, un luchador que no se amedrenta frente al gigantismo de Televisa -como
le sucedió a Santiago Creel Miranda- y domina temas de su interés como pocos.
Pero Javier Corral parece discapacitado para jugar en equipo, además de padecer
un narcisismo político que tira por la borda todo su potencial.
Y de última hora la sorpresa que agrega
incertidumbre al enfrentamiento de grupos. Cuando se esperaba que Gustavo
Madero jugara a la segura con un parlamentario con experiencia, insacula a Jorge
Luis Preciado del que poco se sabe.
El colimense tendrá que demostrar altura parlamentaria para
llevar la coordinación de la bancada a buen puerto, navegando a contra
corriente y bajo la lupa del grupo calderonista que no bajará la guardia para
apoderarse del partido, que ahora le llama “Rescate” para seguir por la ruta de
ganar en la derrota, esto es, el control de las candidaturas y los pedazos de
los Congresos estatales y el federal.
El Pacto por México no es mas que la
coartada para golpear a todo aquel que se les atraviese. Es la coartada
perfecta porque permite a Ernesto Cordero y Javier Lozano caricaturizar a
Gustavo Madero como un ente colaboracionista de Enrique Peña Nieto.
En el fondo es la expiación de culpas,
esas que estorban para seguir adelante, mientras sus opositores siguen
totalmente divididos.
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