Hugo Páez
Aun cuando se
antoje apresurado el cálculo para cimentar las condiciones del PRI como partido
único, similar a las condiciones que imperaron hasta la elección de Carlos
Salinas de Gortari y Cuahutémoc Cárdenas Solórzano, el arranque de Enrique Peña
Nieto alienta a un buen sector del partido que comulga con esa idea.
Por supuesto
que la existencia de una derecha y una izquierda mas o menos sólidas justificarían
una atmósfera democrática, necesaria en las democracias liberales, pero en
ningún momento el PRI está dispuesto a un acercamiento peligroso del PRD, PAN,
Morena, PT y Movimiento Ciudadano, no en una elección presidencial. No tiene
caso listar al Partido Verde y a Nueva Alianza.
En este escenario
continuará la pluralidad en estados y municipios, sin embargo, la primera
barrera que deberá sortear Cesar Camacho Quiroz será la elección de Baja
California, en donde tiene la fe puesta en el factor Peña Nieto.
Las
condiciones son inmejorables.
La luna de
miel de los cien días fue superada, los golpes mediáticos del Pacto por México,
la detención de Elba Esther Gordillo, la Reforma Educativa y el tránsito
inesperadamente rápido de la iniciativa de Telecomunicaciones en San Lázaro,
aunado a la mansedumbre de los poderes fácticos, mantiene a la oposición
realmente desconcertada, sin asideros ni puntos débiles claros para atacar con
efectividad al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Gustavo Madero
y Jesús Zambrano se ven obligado a defender el acuerdo del 2 de diciembre
contra el ánimo estridente de sus correligionarios. La confusión es tal que la
agresión es canalizada al interior de sus partidos bajo la premisa de que es inconcebible
darle todo el crédito a Peña, porque aun cuando existe un reconocimiento
reciproco con los firmantes del Pacto, el ganador es uno, sin lugar a dudas.
El peligro: el
debilitamiento del PAN y los partidos de izquierda por la sorpresiva baja en el
descontento de las clases medias y alta, y la puesta en marcha de programas
populares para el combate a la pobreza y el hambre a nivel masivo.
¿Cuánto durará
la fascinación con Peña..? Sin duda es la principal preocupación de la
izquierda y derecha que sufren la aparente contradicción de sus líderes de partido
en una especie de triunvirato que los obliga a poyar el Pacto, sin importar las
gesticulaciones mediático – políticas de sus detractores en la disputa por el control
de sus partidos.
El sexenio
está en sus primeros momentos, falta mucho camino, sin embargo no hay que
perder de vista que el registro de los nuevos partidos tiene la caducidad de un
año y a partir de la consolidación de las fuerzas serán los mismos que buscarán
desbancar al PRI.
El “partido
único”, en los términos definidos por Mario Vargas Llosa como “Dictadura perfecta”,
hasta ahora puede ser un deseo inconciente, sin embargo, si la oposición se
mantiene en la inercia de avanzar de acuerdo a los errores del adversario,
tendrá un desesperante impasse con los éxitos del binomio Peña Nieto – PRI, que
renunciaron a la sana distancia en la Asamblea Nacional de partido cuando fue
nombrado miembro del Consejo Político Nacional el 3 de marzo, y, por lo tanto,
el motor principal.
Las señales
abundan. Tal vez el arranque mediáticamente perfecto de Peña tenga como primer
objetivo mantener el poder un sexenio mas. De ser así, en el 2024 no habrá
líderes como Andrés Manuel López Obrador con ánimos presidenciales, y tal vez
algunos jóvenes líderes del PAN que en el 2012 dejaron pasar la oportunidad,
hayan encontrado cobijo en el PRI.
Terrible el
escenario del retorno al partido único, el impulso que obligó al PRI a superar
los malos hábitos que lo expulsaron de Los Pinos se podría desvanecer, y, de
nuevo, a repetir la historia.
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