Hugo Páez
A diferencia del presupuesto federal para la Dirección de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación que no llegó en administraciones anteriores a la ínfima cantidad de dos millones de pesos anuales, el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, dio una especial atención a la religión con una oficina a cargo de Roberto Herrera Mena que rebasaba por mucho el gasto del área federal.
Así, por ejemplo, se veía a Herrera con una gran cobertura en eventos de la curia católica y con las religiones mas importantes a lo largo y ancho de la república. Me lo encontré en Culiacán Sinaloa en la toma de posesión del obispo Jonás Guerrero, al lado del gobernador Mario López Valdez, del nuncio apostólico Christophe Pierre y del Cardenal Norberto Rivera, además de un centenar de obispos y sacerdotes.
Sin embargo los primeros pasos de Peña parecen dirigidos por las formas en que los presidentes del PRI se relacionaban con la curia de todas las iglesias. Muy distante de aquel Vicente Fox que antes de tomar posesión en el 2000 en el Congreso visitó la Basílica de Guadalupe para dar gracias.
Peña Nieto es un devoto católico que estudió en la ultra conservadora Universidad Panamericana, tiene a sus hijos en el colegio Miraflores, en los dominios de la legendaria Sor Salud, quien tenía –o tiene-, la confianza para llamarle “Mi niño”.
Sin embargo no es afecto a razonamientos ni al lenguaje teológico como usualmente se expresa Eruviel Ávila. En ese terreno Peña se conduce con una mezcla de pragmatismo político y gran olfato que lo llevó a donde está.
En la actualidad difícilmente podemos encontrar un presidente o primer ministro ateo, ni siquiera en la socialista Cuba donde Fidel Castro permitió, después de derogar el ateísmo de Estado, la visita del Papa Juan Pablo II y recientemente la de Benedicto XVI, posterior a la visita en León Guanajuato. Tampoco en la Venezuela Bolivariana y socialista está proscrita la religión, al contrario, Hugo Chávez eleva plegarias a dios un día si y otro también.
No se confunda, yo soy ateo. Pero es indudable la función social de la religión, sobre todo en un país eminentemente católico con grandes necesidades de reconstruir el tejido social. Un concepto que trató de proscribir de la religión el panismo, ante la necesidad política de desligarse de su aliado natural: la iglesia católica.
En las reuniones desesperadas de Felipe Calderón con todos los sectores del estado y de la sociedad civil para encontrarle la cuadratura a la lucha contra la inseguridad provocada por el crimen organizado, las iglesias fueron olvidadas y solo al final formaron parte de una de las mesas. Difícilmente se podrá encontrar una estructura con tantas ramificaciones, hasta las comunidades mas apartadas, y con un alto grado de confiabilidad para distribuir ayuda social - humanitaria, aun con los escándalos provocados por abusos sexuales de algunos sacerdotes.
Recuerdo que en una de las inundaciones colosales que aislaron a Tabasco la recolección de ayuda por parte de organizaciones sociales y católicas encontraron que la mejor forma de llegar a los necesitados era enviarlas a las iglesias católicas y protestantes. En el estado había mas de 800 puntos donde se podría concentrar. Los retenes de las fuerzas federales retuvieron a la mayoría y nunca se supo si fueron entregados o robados. Así.
A diferencia de otros países como España, Alemania e Italia, por citar tres ejemplos, los gobiernos se acercan a la estructura de las diferentes religiones para facilitar los programas sociales. Hacen vitales estas alianzas ya que por lo regular los ministros de culto son mucho mas confiables que los funcionarios de los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal. Pero no, en México cada cual camina por su lado, quiero entender que a consecuencia del trauma histórico del dominio católico que derivó en la separación iglesia estado en la Constitución de 1857.
En definitiva la secuela del trauma continua, basta ver que uno de los requisitos para avalar la parchada iniciativa a la Ley de Libertad Religiosa fue modificar el artículo 40 Constitucional para incorporar en la definición de República Mexicana la palabra “Laica”, una maniobra legislativa ociosa y contradictoria, lo observamos en la petición de perdón a la iglesia católica por legisladores perredistas de la Asamblea Legislativa cuando aprobaron el aborto, ante el rumor de que serían excomulgados.
Peña tiene posiciones mas claras, mas precisas en temas conflictivos, ya que a pesar de reprobar el aborto y la adopción de infantes por parejas del mismo sexo, afirma respetar la decisión de los legisladores y promete no promover cambios, sin embargo en la escena pública se muestra distante del clero y alejado del culto, en las antípodas de Vicente Fox Quezada.
Fox y Martha Sahagún son personas de fe católica y cultos extraños, al grado que el Cardenal Norberto Rivera se negó asistir a Los Pinos en tanto Martha no echara a los brujos y chamanes que recibía con frecuencia. Así se lo dijo. La señora de Fox sufrió un largo proceso para lograr la anulación del matrimonio religioso con Bribiesca, a diferencia de Angelica Rivera que pasó un trámite terso que le permitió una boda católica antes de llegar a Los Pinos, donde se prepara Roberto Herrera Mena para llevar desde la casa presidencial los asuntos religiosos del gobierno federal, que en otras administraciones fueron atribución exclusiva de la Secretaría de Gobernación.
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