Hugo Páez
Hace seis años, el 13 de junio del 2006, dirigentes de siete partidos políticos nacionales suscribieron ante el IFE el Acuerdo Democrático por la Equidad, la Legalidad y la Gobernabilidad, con el fin de refrendar el compromiso con las normas e instituciones electorales y así exigirlo a los gobiernos municipales, estatales y federal.
Hace seis años, Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador se encontraban en el umbral del empate técnico en el primer lugar en las encuestas. Un candidato representaba la continuidad del gobierno, el otro, la continuidad de la transición con diferente bandera.
Hoy es otra historia. El primero y segundo lugar están muy alejados del empate técnico, la continuidad del gobierno panista se debate entre el segundo y tercer lugar, a mas de 10 puntos de distancia con el puntero; el escenario no es de continuidad o transición, sino el regreso de un partido que aprovechó los errores del gobierno federal y supo convencer, según las encuestas, de ser la mejor opción.
Tarde y espantados despertaron quienes tratan de revertir, de último momento, la tendencia evidente desde hace mas de un año. Cinco meses atrás escribí en La Teoría del Caos: “Aparecieron las esperadas encuestas con posiciones casi inalterables que echan abajo la gran esperanza de los opositores a Enrique Peña Nieto, por el dislate en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. No hubo daño considerable, solo tres puntos y se mantiene a la cabeza, aun en el escrutinio de la mas minuciosa de las voluntades. No solo en la encuestadora Mitofsky de Roy Campos, sino en Parametría y Excelsior”.
Montados en la soberbia y el confort de la función federal, algunos panistas que entraron de la mano de Felipe Calderón se dedicaron a construir fortunas individuales mientras el PRI trazaba la estrategia a partir de apoderarse de la Cámara de Diputados en el 2009. A partir de ese momento se dedicaron a agruparse, los demás, a dividirse. Ocho meses antes de la elección interna del PAN, en noviembre del 2008, la muerte de Juan Camilo Mouriño cambió la perspectiva de Calderón que había dejado a dos grandes damnificados: Santiago Creel Miranda eliminado de la coordinación del Senado por intrigas de Mouriño y Gustavo Madero, y el expresidente del partido, Manuel Espino Barrientos.
Felipe Calderón se aisló, poco a poco corrió a sus amigos Cesar Nava y Max Cortazar de Los Pinos, la entonces poderosa Jefa de la Oficina del Presidente, Patricia Flores Elizondo calentó el ambiente con los miembros del gabinete y Margarita Zavala, uno de los grandes activos del PAN, continuaba apartada de la vida pública, molesta por las intrigas de la corte.
En septiembre del 2011, mientras PRI y PRD preparaban a su candidato de unidad, Ernesto Cordero Arroyo renunció a la Secretaría de Hacienda para entrar como el favorito del presidente en una contienda interna desgastante con Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y otros 4 aspirantes; dos meses después, otro extraño accidente aéreo cimbró al gobierno federal con la muerte del Secretario de Gobernación Francisco Blake Mora, mientras los aspirantes presidenciales albiazules se batían en lodos muy útiles para sus adversarios.
No hay casualidades, la continuidad que no pudo consolidar Calderón en cinco años la sufre Josefina. La bitácora está a la vista, y la realidad a la vuelta de la esquina.
hugopaez@prodigy.net.mx página oficial: www.hugopaez.com
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