Hugo Páez
Treinta millones de mexicanos no fueron molestados por el crimen organizado, durante el recorrido de las reliquias de Juan Pablo II, por zonas de alto riesgo en la república mexicana.
El llamado de los obispos en agosto tuvo respuesta; las oficinas que congrega la Conferencia del Episcopado Mexicano recibieron mensajes telefónicos de garantía de seguridad. La delincuencia organizada reconocía la autoridad moral de la iglesia católica.
En este contexto, son las preocupantes las declaraciones del Arzobispo de León Guanajuato, José Guadalupe Martín Rábago, al pedir una tregua al crimen organizado en la próxima la visita del Papa Benedicto XVI a México.
Brutal la realidad en un país donde el clero tiene que recurrir a la conciencia de los delincuentes como garantía de seguridad, que no aporta el estado mexicano; aun cuando la responsabilidad la comparten gobierno federal, estados y municipios.
En agosto del 2011 la preocupación en la Nunciatura Apostólica a cargo de Christophe Pierre, y la Conferencia del Episcopado, era que las reliquias de Karol Wojtyla recorrerían sin riesgo las zonas consideradas de alto riesgo, como Monterrey, Torreón, Chihuahua, Sinaloa, Michoacán. No bastó la protección federal, y la curia decidió recurrir a la sensibilidad de las bandas del crimen organizado.
La petición del Arzobispo de León parece un exceso de protagonismo, sin embargo, es un llamado preventivo que funcionó en el caso de las reliquias de Juan Pablo II. No hubo incidentes en todo el recorrido, por el contrario, los 30 millones de fieles acudieron sin molestias.
Un video de la feligresía mexicana fue presentado a Joseph Ratzinger y al Secretario de Estado Tarcisio Bertone; la prueba de fe bastó para decidir que una de las tres ampolletas de sangre junto con la vestimenta original y la esfinge de Juan Pablo II se quedarán permanentemente en la Basílica de Guadalupe, para lo cual se acondicionaría un adoratorio del culto al beato.
Benedicto XVI llegará a León Guanajuato el 23 de marzo y partirá a Cuba el 26, cinco días antes del arranque de las campañas políticas; un calendario inmerso en la lucha por la presidencia de la república.
Algunas tesis apuntan a que el partido en el gobierno será el beneficiado natural ya que podrá allegarse de un porcentaje del voto católico conservador que tradicionalmente apoya al PRI. En contrasentido, la petición del Arzobispo José Guadalupe Martín Rábago exhibe a un estado incapaz de garantizar la seguridad del jefe de la Santa Sede, por lo tanto, apela a la comprensión del crimen organizado, con una autoridad moral inexistente en los tres niveles de gobierno en nuestro país.
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