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martes, 3 de mayo de 2011

¿Quien engaño a Joaquín..?

Hugo Páez

Durante la cobertura de la beatificación de Juan Pablo II el periodista Joaquín López Doriga insistió en que Karol Wojtyla dijo alguna vez “¡Ni un día mas de PRI en México, ni un día!”, se refería al poder presidencial.
Fuentes confiables, de primer nivel en la iglesia católica me aseguran que la información es apócrifa. Algo parecido y mucho menos preciso se manejo en su momento como parte de la guerra electoral, sin embargo, los actores del escenario político en ese momento jugaron un papel muy claro, es el caso del Nuncio Apostólico Girolamo Prigione quien tuvo serios problemas con la dirigencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano por el activismo de estos a favor de un cambio en Los Pinos.                 
Durante 19 años Prigione fue el conducto mas confiable del Papa con México, lo relevó Justo Mullor en 1997 para seguir la misma línea, tanto así que no quiso recibir al candidato del PAN a la Presidencia de la República Vicente Fox Quezada, actitud que le valió dejar nuestro país en el cambio de poderes, relevado por Guiseppe Bertello en enero del 2001.
Karol Wojtyla es uno de los líderes religiosos que mas influyó en los cambios geopolíticos dotado de una enorme capacidad de movimiento y una escepcional sensibilidad para intervenir sin agredir.
En el año 2000 ni siquiera el candidato Vicente Fox armado con el estandarte Guadalupano pudo ablandar al Nuncio Justo Mullor, y mucho menos el Papa se pronunció contra el PRI, aun cobijado por la privacidad de unos cuantos comensales, como describe López Dóriga en su columna del 28 de abril en Milenio.
La insistencia de Joaquín en esta declaración que juran no exitió causó molestias en la curia católica en la cobertura del proceso de beatificación, no tanto por la crítica, que la hubo, y fuerte, con el tema de la protección a Marcial Maciel, sino por lo apócrifo.
Ejemplos de los movimientos políticos tersos de Juan Pablo II sobran, basta recordar que logró ablandar a Fidel Castro gracias a una estrategia diplomática finísima. En 1998 Cuba atravesaba por una de las fuertes crisis que han puesto en riesgo la estabilidad del sistema al que Karol combatió con esa maestría en su natal Polonia. México estaba a unos pasos del cambio de gobierno, prácticamente imperceptible hasta el último momento, al grado de tomar por sorpresa al candidato del PRI Francisco Labastida Ochoa y obligar a la intervención del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León para evitar una rebelión en su propio partido. Así era Juan Pablo II, muy alejado del supuesto “¡Ni un día mas de PRI en México, ni un día!”.

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