Hugo Páez
Ventilar el problema de la lucha contra el crimen organizado en la arena pública tiene sus riesgos. Sobre todo si uno de los propósitos del gobierno de Felipe Calderón fuera exhibir al PRI como el principal obstáculo para solucionar el problema. Mostrarlo ante la opinión pública con esa moral fragmentada que separa las urgencias del país de los interés partidista. Un yo dividido con varios propósitos, el principal: evitar la imagen de un Calderón victorioso para facilitar el regreso a Los Pinos.
Desde el inicio de la convocatoria, el PRI imagina la trampa y prepara la derrota dialéctica de Calderón en los diálogos por la Seguridad Pública. Beatriz Paredes dio el primer paso seguida del senador beltronista Fernando Castro Trenti.
Los gobernadores tricolores tratarán de demostrar este día que a tres años y medio de iniciada la guerra contra el crimen organizado, la convocatoria se traduce en gobierno panista perdido, que busca las coordenadas para encontrar la salida al principal problema del país.
La otra batalla, la guerra que libran al interior del partido los contras del calderonismo, provocaron que Vicente Fox lamentara públicamente que Felipe rompió el equilibrio de su sexenio.
Calderón se lo dijo a Beatriz Paredes: “tienes mas experiencia en foros”. En este ring, los priistas van a ganar la guerra de argumentos que de entrada rechazó la legalización de la mariguana. Una propuesta apoyada por organizaciones civiles y los partidos de izquierda. No se trata de aceptar todas las ideas, sin embargo, el diálogo público con un presidente desesperado, que exhala molestia, es un error de comunicación que puede polarizar las posiciones como lo hizo ayer con el poder judicial, acusado por el presidente de entorpecer con jueces corruptos los resultados en la lucha contra el crimen.
En respuesta, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia, sacó el arsenal legal para aclarar sobre la mesa que sus hombres se mueven del lado de la ley, como si esa ley no tuviera suficientes trampas para hacerla muy rentable apoyada en las torpezas del ministerio público, como si esa ley no les ha permitido incrustar todo el nepotismo que quieren en la administración del Poder Judicial de la Federación. Ante la insistencia de Calderón, apenas unos días atrás los ministros decidieron poner obstáculos a los inmorales beneficios de contratar al pariente en una operación añeja de nepotismo simulado. Ortiz Mayagoitia le aclaró al presidente que la persecución de los delitos cometidos en el poder judicial está en su cancha, bajo la responsabilidad del Procurador General de la República que parece un espacio vacante por el bajísimo perfil de Arturo Chávez Chávez.
Ni la sociedad civil, la iglesia, los dueños de medios de comunicación, partidos, Congreso y gobernadores, son especialistas en la lucha contra el crimen organizado. Tienen el poder de cambiar la Constitución, iniciar programas sociales de prevención del delito y en el caso de los gobernadores tomar medidas directas contra el crimen, pero no son expertos en estrategia. Calderón sale flanqueado por sus expertos que tratan de explicar el porque vamos ganando la guerra contra el mal y se esfuerza por comprometer a todos los sectores, pero en la parte final de estos diálogos se está topando con un PRI herido en la elección del 4 de julio, ansioso de revancha, la arena pública de los diálogos de Calderón puede ser el espacio ideal para cobrar facturas.
Vimos el martes los primeros golpes de Beatriz Paredes y del vicecoordinador de los senadores priistas, Fernando Castro Trenti. El PRI tendrá cuidado de no parecer indolente frente al problema, ni ausente de la solución, pero le apareció la oportunidad de aplastar los argumentos del gobierno panista que le quitó dos gubernaturas mas de las esperadas y se enfila para arrebatarle el Estado de México el próximo año, para lo cual ya anunció una alianza con el PRD en franca reafirmación del incumplimiento del acuerdo firmado por Cesar Nava, Fernando Gómez Mont y Beatriz Paredes.
Felipe Calderón se aventó a sacudir públicamente al estado mexicano en materia de justicia y seguridad. Una acción valiente y necesaria aún cuando se cuestione profundamente el método y sus resultados, pero la guerra asusta a todos y el país no quiere tener esa cara. Tal vez como un reflejo involuntario, Calderón pidió ayuda a sus interlocutores para buscar otra definición de la lucha contra el crimen. Recuerdo cuando gobiernos pasados negaban la palabra devaluación y le llamaban ajuste o deslizamiento del peso, para suavizar la madriza económica que nos llevábamos los ciudadanos.
Por favor no empecemos a negar la realidad.
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