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jueves, 22 de julio de 2010

Nadie sabe por quien muere – El martirio de Cayetano

Hugo Páez

Cayetano Cabrera se convirtió en botín de tirios y troyanos. Las ganancias que da en redondo llegaron hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que en el absurdo protagónico del segundo visitador Marat Paredes, exige una solución política a las peticiones del huelguista del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), cuando el articulo 102 constitucional señala expresamente que la CNDH no tiene competencia en asuntos laborales.
En estricto sentido, cuando una persona opta por la huelga de hambre no existe violación de derechos humanos, ni hay delito que perseguir, aún si fallece. El yerno del ex ministro Genaro Góngora Pimentel basa su supuesta petición de medidas cautelares en un reglamento interno de la Comisión que se contraponen a la Constitución, por lo tanto está viciadas de origen y es a todas luces ilegal.
A falta de argumentos que se ajusten a la función de la CNDH, Raúl Plascencia exige que el gobierno federal solucione un conflicto laboral que se encuentra en tribunales, cediendo a las peticiones de un trabajador en protesta. Las razones de Cayetano pueden ser auténticas, sin embargo la intervención de Derechos Humanos en los términos que plantea Plascencia son tan oportunistas y prefabricados que contaminan la causa del trabajador sindicalista y la de 13 de sus compañeros en huelga de hambre.
La conducta de Derechos Humanos bajo la administración de Plascencia se está ajustando a un patrón que sistemáticamente desestima el estado de derecho, y cuando no existen espacios de su competencia, fuerza su intervención atraído por los reflectores.
La situación de Cayetano y de uno de sus compañeros es crítica, cercana a la muerte, aún así, la iglesia católica se ha alejado del protagonismo tal como intervino con los disidentes cubanos presos por el régimen de Fidel Castro.
Las condiciones son diametralmente diferentes, la causa de Guillermo Fariñas tenía una clara justicia social que dista mucho de morir por la de un líder sindical inexplicablemente enriquecido, acusado de corrupción en su propio gremio, envuelto en una abandera laboral que hizo mucho daño a la infraestructura tecnológica de la Compañía Luz y Fuerza, y por lo tanto, a millones de usuarios.
En el olvidó quedaron casos escandalosos de corrupción sindical. Mantenían a miles de usuarios en la ilegalidad para hacer cobros que nunca llegaron a la administración de la compañía, una subestación ni siquiera estaba inventariada, todos los ingresos recolectados iban a parar a los bolsillos de unos cuantos; las bases de datos de los usuarios eran alteradas y las mantenía secuestradas el sindicato de Martín Esparza para proteger un negocio particular de cientos de millones de pesos, tal vez miles de millones, en un estado de impunidad que ningún presidente de la república quiso enfrentar.
La imagen moribunda de Cayetano Cabrera tiende un velo sobre uno de los capítulos más negros de la ciudad de México que queremos dejar atrás, pero que debe mantenerse en la memoria para conjurar el chantaje de Esparza.
Me sorprendió la explicación del padre Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México, me comenta que Cayetano Cabrera no estaría en pecado mortal si muere en la huelga de hambre porque no se considera suicidio. Que a pesar de que Martín Esparza pidió al cardenal Norberto Rivera Carrera su intervención en el conflicto, decidió mantenerse al margen, precisamente por esa distancia que existe entre el caso cubano y el mexicano. Sin embargo, la iglesia apela a las partes para salvar la vida de Cayetano y admira el valor de arriesgar su vida por una causa que considera justa.
Será difícil para el SME facturar al gobierno federal el posible fallecimiento de Cayetano, en todo caso su corresposabilidad es evidente, rebasar ciertos límites es por demás inmoral aun cuando los huelguistas se encuentren en un estado de autoconvencimiento. Lo hemos visto en otras épocas en otras latitudes, un ejemplo es el reverendo Jim Jones guió a las Bahamas a cientos de norteamericanos en un acto suicida.
Cayetano puede ser cruz ó resurrección de Martín Esparza, al que no le quedan más opciones y decide llevar las cosas al borde del acantilado, eso si Andrés Manuel López Obrador no le arrebata al mártir.
Un país donde mueren personas por la política debe revisar sus fundamentos profundamente, con seriedad y firmeza, para no repetir al tamaulipeco Rodolfo Torre Cantú, los riesgos de Cayetano y el extraño avionazo de Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos.

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