Hugo Páez
”Se matan entre ellos”, dicen las autoridades con visión
estrictamente policiaca. Esa que pretende explicar las más de 16 mil muertes violentas del crimen organizado en lo que va del sexenio. En poco tiempo llegaremos a las 20 mil.
Otros, supuestos expertos del tema, aseguran que la guerra la están ganando las autoridades por que la relación de las bajas es mucho menor en el gobierno federal. Como si de uno y otro lado no se tratase de mexicanos. Muchísimos, jóvenes sin oportunidades, de esos que forman el conglomerado de 7 millones que no estudian ni consiguen un trabajo.
Los condenados a la pena de muerte ni siquiera salieron de la pobreza, mucho menos lograron el sueño de la narco cultura: camioneta de doble cabina, lana y viejas. Esa subcultura reflejada en música, videos y estilo que creció bajo la insensibilidad e ineptitud de los gobiernos que entienden la propaganda solamente bajo las premisas de campanas y partidos políticos, no como una herramienta para contrarrestar un cáncer social que se propagó desde los estados del norte a todo el país.
Tres años después, Felipe Calderón reconoce que algo anda muy mal en el método, y es necesario cambiarlo a fondo. Sus asesores fallaron. Lo que se ha dicho en columnas durante años, ahora es descubrimiento.
Alguien se atreverá a poner fechas, números, costos reales a la lucha contra el crimen organizado en México.
Alguien se atreverá a hacer un comparativo de los costos reales de una lucha que no se puede abandonar.
En Vietnam falló la estrategia. Imposible pensar que el Viet Cong de Ho Chin Min, aún con sus apoyos soviéticos y chinos fuera superior al ejército de Estados Unidos y la República de Vietnam del Sur. Los acuerdos de Paz de París en 1973 iniciaron el retiro de las tropas que acabó con la toma de Saigón en 1975.
Las comparaciones son odiosas. En Vietnam el ejercito de Estados Unidos se retiró, en México ni siquiera tenemos esa opción, no hay a donde ir, ni pensar en claudicar contra el crimen organizado que muestra un tamaño nunca visto.
Los movimientos guerrilleros en Vienam golpearon a las tropas de Estados Unidos. En México, el crimen organizado toma el modelo de asalto utilizado por la guerrilla para asestar golpes contra la sociedad civil como es el caso de la masacre de jóvenes en fin de semana en Ciudad Juárez.
El siguiente texto es tomado del libro “La guerra de Vietnam” de Largo Alonso << Pese al extraordinario esfuerzo realizado y a la sensación de triunfo, Estados Unidos no había terminado de comprender el tipo de guerra en la que luchaba y al enemigo al que se enfrentaba. Esta incomprensión se palpa en las continuas estadísticas e informes cuantitativos solicitados y manejados por los mandos, mostrando que se comportaban como en cualquier guerra convencional, donde lo importante son los datos del potencial enemigo, en lugar de una guerra de guerrillas, donde lo vital es separar a los guerrilleros de la protección popular >>.
En poco tiempo y a grandes pasos llegaremos a 20 mil ciudadanos asesinados en esta guerra en la que se antoja imposible que los delitos de estos mexicanos ameriten la muerte.
Paralelo a la seriedad de las acciones del ejército y las policías federales, en estos tres años intensos de lucha no se ven acción serias y comprometidas para dar alternativas a grupos y comunidades involucradas con el crimen organizado. Me refiero a acciones de envergadura equivalente a las incursiones de la fuerza pública.
No veo ese bombardeo publicitario tan necesario para mostrar los efectos malignos del narcotráfico en una sociedad permeada por la narco cultura, que ya no se suscribe a los tradicionales estados del norte de la república sino forman parte cotidiana de la música, videos y estilo de vida. Por supuesto no hablo de la publicidad pagada del Ejército, de PGR y de la Secretaría de Seguridad Pública, hablo de mostrar los riesgos cotidianos, de las personas comunes que se enrolan en el crimen organizado. De la admiración que provocan los jóvenes “dealers” (vendedores de droga), en sus vecinos, presumiendo camionetas de doble cabina, mujeres y vida fácil.
Esa es la parte medular del tema que los empuja a tomar una mala decisión sin que exista ese esfuerzo serio de todos los niveles de gobierno por mostrar la diferencia entre lo correcto e incorrecto.
En Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua, Estado de México, por citar a los más, miles de jóvenes cambian años de vida por calidad de vida. Saben con precisión los riesgos de meterse al “negocio” sin que exista un proyecto efectivo de disuasión, mas allá de el castigo ejemplar que significan miles de ejecutados.
No entiendo la promesa del Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont “recuperaremos Ciudad Juárez para la gente buena”. Habla de una interpretación maniqueísta del tema: buenos contra malos, como si los etiquetados como “malos”, reitero, entre ellos miles de jóvenes, no fueran mexicanos influenciados por el medio ambiente y arrinconados por la necesidad.
Me recuerda la incomprensión en Vietnam.
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