Hugo Páez
Me niego a pensar que el Felipe Calderón esté resignado a regresar la presidencia de la república al PRI.
El rumor fuerte se está inoculando con velocidad entre el panismo, que pronostica una terrible división después de las elecciones de 12 gubernaturas y alcaldías a mediados del 2010.
El futuro parece inevitable: los inconformes pintarían su raya para dejar toda la carga de las derrotas acumuladas desde el 5 de julio del 2009 al calderonismo que entró en una etapa de desperación por imponer candidato a la presidencia de la república, y que no encuentra al elegido que levante en las encuestas.
En la parte contraria, Santiago Creel aparece como el puntero en las preferencias electorales, que invariablemente describen un Shangai La priista con Enrique Peña Nieto cuenteando a una distancia enorme.
En este panorama, los planetas se alinean para los inconformes del PAN, llegará el momento en que el presidente decida por su mejor carta; algunos apuestan que se verá obligado a seguir las encuestas, los más, que la elección será según sus intereses y los del circulo rojo que pide a gritos le cuide las espaldas. Los rumores sobre acercamientos adelantados en los últimos días en Los Pinos con sectores del PRI para suavizar la transición, consolidan la tesis de la resignación.
Las derrotas, reales y psicológicas, producen un efecto devastador en el ánimo partidista que nadie logra levantar, y repliega a los que piensan repartir culpas y levantar de nuevo al PAN entre las cenizas que deje la elección presidencial del 2012. Es el peor de los mundos para Cesar Nava, que aún no se quita de la cara la toalla que le aventó uno de los mejores activos electorales: Vicente Fox Quezada; el panista que hizo historia al sacar al PRI de Los Pinos. Solo queda el peor de los caminos, las alianzas con el PRD, con los que gritaron espurio Felipe Calderón y le niegan la investidura presidencial, una ruta pragmática que podrá salvar cuando menos dos gubernaturas para igualar en número a las que están en manos del Acción Nacional.
Las señales de alerta están por todos lados, algunos hacen acuse de recibo y empiezan a actuar, como Obdulio Ávila Mayo, pieza clave del PAN del DF que tomará la estafeta de Mariana Gómez del Campo el 30 de enero e inició un proceso de reagrupación de todas las fuerzas partidistas de la capital, contrario al error federal, aunque será una tarea titánica después del soberbio pedestal desde el cual la prima del presidente Felipe Calderón favoreció no solo con recursos del Comité Regional, sino usando el parentesco en dependencias federales como el Instituto de la Juventud que encabeza Priscila Vera, el de la Mujer, etcétera, etcétera.
La inconformidad duerme en los miles de funcionarios federales que protegen su trabajo y guardan en silencio el momento de las decisiones ó la salvación. Inevitablemente esa masa burocrática se pregunta ¿Qué vamos a hacer después del 2012? No hay respuesta.
El presidente va a ser expresidente con protección de por vida del Estado Mayor presidencial, los funcionarios federales de niveles superiores hicieron su cochinito, los calderonistas fueron favorecidos generosamente. ¿Y la tropa que sacó al PRI de Los Pinos? Solo ve reconstruir la segunda temporada de la Dictadura Perfecta.
Una muestra de lo esperado la sufrió Mariana Gómez del Campo en ausencia, en el comité del PAN la delegación Azcapotzalco el pasado fin de semana. En un discurso, cuando se mencionó su nombre, los presentes explotaron contra la presidenta el partido. La imposición de Margarita Saldaña como candidata a jefa delegacional hizo mucho daño, aún cuando fue la mano negra del Comité Ejecutivo Nacional quien pasó sobre la militancia.
La raya se está pintando, la trinchera de Los Pinos está cada vez más solitaria, inflada por el espejismo que da la fuerza temporal de la banda presidencial; las esperanzas de un golpe de timón efectivo se desvanecen y… cada quien a salvar su pellejo.
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