Hugo Páez
Entiendo los motivos electorales de Cesar Augusto Santiago al exigir transparencia en el rubro del gobierno federal titulado “Recursos no Devengados ó Disponibilidades”.
Lo entiendo como parte de la respuesta al reclamo de transparencia del presidente Felipe Calderón a los gobiernos de los estados dominados por el PRI, que además constituye un sector del partido de gran fuerza estructural, con buena probabilidad de incrementar su músculo en las 12 entidades que se juegan el 2010.
Lo incomprensible es que exista una cuenta, especie de caja negra, ó caja chica -como se le llamaba antes a las dependencias que dotaban de recursos al gobierno federal sin mayor escrutinio-, que concentre cuantiosos recursos, como el sub ejercicio del presupuestos de las dependencias federales, decomisos, impuestos previos de PEMEX y otras fuentes de recursos multimillonarios; y que esta supercuenta se mantenga al margen de mecanismos públicos y confiables de transparencia, porque está bajo la protección legal del concepto Fideicomiso Privado.
Las “Disponibilidades” solamente son revisadas por la Secretaría de Hacienda, ni siquiera la Auditoría Superior de la Federación le mete mano, mucho menos el Congreso que está en un estire y afloje por analizar y dictaminar la cuenta pública federal que se mantiene en la opacidad desde el 2002, cuando el Secretario de Hacienda de Fox, Francisco Gil Díaz, decidió detener la intromisión del poder legislativo.
La exigencia de Felipe Calderón a los gobiernos de los estados debe hacerse efectiva con leyes y mecanismos eficientes de transparencia, es una característica de la democracia liberal, es un derecho de los ciudadanos y está a la mano del presidente eliminar la opacidad en las cuentas federales como los Recursos No Devengados, que parecen hechos para eludir el candado impuesto por el Congresos al presupuesto de egresos.
Mediante el presupuesto de Ingresos de la Federación los ciudadanos sabemos de donde se obtienen los recursos, con el de Egresos, sabemos como se deben gastar, sin embargo, con la falta de dictamen de la Cuenta Pública Federal y la discrecionalidad de los Recursos no Devengados, los ciudadanos no sabemos cómo gastó finalmente el dinero el gobierno; en términos de transparencia, podemos afirmar que la rendición de cuentas más importante no está al alcance de los ciudadanos, Congreso mediante, y que en teoría debemos confiar en un gobierno que se audita a si mismo. Un supuesto falaz en una sociedad brutalmente golpeada por la desconfianza.
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