Hugo Páez
No es una ligereza la acusación que días antes flotó en la frase de Manlio Fabio Beltrones “Que digan porque lo echan de PGR”, implica una especie de conspiración desde el gobierno federal para dar un golpe mortal al PRI y al PRD, en la fase más critica del periodo electoral, con tres de sus gobernadores que serían implicados en un escándalo sin precedentes: Eugenio Hernández de Tamaulipas, Fidel Herrera de Veracruz y José Reyes Baeza de Chihuahua, y Leonel Godoy de Michoacán.
Eduardo Medina – Mora tiene que aclarar la revelación del PRI de que se negó a inculpar, según esto sin pruebas, a cuatro gobernadores por delitos contra la salud, narcotráfico en palabras llanas, semanas antes de las elecciones del 5 de julio.
La trama implica tres escenarios: 1) Un gobierno federal y su pertido confabulados en una conspiración, 2) Un partido, el PRI, que pretende desacreditar al gobierno de Felipe Calderón, y 3) Un procurador, Eduardo Medina – Mora, que no hizo su trabajo.
¿Miente el PRI? Lo tiene que aclarar Medina – Mora, el silencio sería aval de la acusación contra un panismo que no se mueve sin la autorización del presidente Calderón. Lo vimos desde la solitaria candidatura de Germán Martínez a la presidencia del partido, posteriormente su renuncia al salir de una reunión en Los Pinos sin rendir cuentas al Consejo de su partido, y de nuevo en la solitaria candidatura de Cesar Nava para tomar la estafeta de Germán.
La acusación es muy grave, describe a un gobierno con vocación policiaca, sin límites éticos para proteger sus intereses, al más puro estilo de los gobiernos intolerantes y reaccionarios, sin embargo, el hecho de que se reubicara a Eduardo Medina Mora en una excelente embajada como la de Inglaterra, habla de un gobierno que no impone voluntades a costa de cualquier cosa pero si busca complicidades voluntarias, dispuestas a pasar por encima de la ley.
Se podría hablar de un partido sin calidad moral para hacer este tipo de acusaciones, cuando en un sexenio priista claramente se operó para inculpar a Joaquín Hernández Galicia en delitos de acopio de armas y un crimen, con el propósito de debilitar a la nomenclatura del sindicato de PEMEX y en venganza por los apoyos al entonces candidato presidencial de izquierda, Cuahutémoc Cárdenas. Pero el hecho de que el pecho del profeta no es ejemplo de moralidad, no justifica repetir la historia. Insisto, Eduardo Medina – Mora debe aclarar porque el que calla…
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