Hugo Páez
Las imágenes del metro que me envió Victoria desde Caracas son infames: niños, adultos mayores y jóvenes intoxicados, heridos por el gas lacrimógeno que lanzó la policía metropolitana de Hugo Chávez contra la población civil. Creían que había manifestantes entre los usuarios del transporte público, de la protesta del sábado en la capital de Venezuela.
Chávez ha desatado a sus perros contra todo los que no son sus incondicionales. Victoria es el pseudónimo de una ciudadana que no calla, que observa, escucha y se ha propuesto mostrarnos a los mexicanos los horrores de un país que deterioró terriblemente su situación en pocos años. La persecución es cada vez más delirante.
Leo el texto de Victoria: “Gracias por la solidaridad y por difundir el verdadero rostro de la dictadura”.
Periodistas de todos los medios están expuestos en Venezuela, sin embargo, el débil blindaje de la profesión y el recelo de Chávez a ser visto por la comunidad internacional en su verdadera dimensión, la autoritaria y violenta, les da cierta ventaja sobre los que no tienen micrófono, periódico ó cámara de televisión.
Chávez se quitó la última careta con la Ley de la Educación –me comenta Victoria-, en muchos puntos, es calca de la soviética comunista, la que regía en los países de Europa del Este. Personalmente puede dar fe porque vivió ese esquema en la Rumania de Ceaucescu, cuando era una joven estudiante.
Las bravatas son una estrategia de Chávez para activar la hipótesis del conflicto, registrada en los manuales militares más retrógrados. El plan es llevar las agresiones contra Colombia al máximo, para tratar de desactivar los conflictos internos agudos. Las intervenciones televisivas del dictador demuestran un seguimiento estratégico contra un país con el que perderían la guerra de todas todas, no solo por superioridad militar, sino por una experiencia de 100 años en participación de guerras mundiales, conflictos internos y lucha contra el narcotráfico.
Un estudio estratégico de las Fuerzas Armadas de Venezuela que circuló con sigilo entre los amigos de Victoria, afirma que en 72 horas las fuerzas colombianas estarían a las puertas de Miraflores, el palacio de gobierno.
Un gran sector de la población venezolana ve que Chávez apretó el acelerador para convertirlos en la nueva Cuba, ante la caída de los precios del petróleo, la destrucción de la economía privada, la incapacidad de ministros y presidentes de las empresas estatales, que dieron origen a un generalizado descontento y pérdida de apoyo popular.
Solo queda recurrir a leyes totalitarias y a fortalecer el sistema de defensa que serviría en apariencia para contener la amenaza militar de Colombia. Según la tesis chavista, las nuevas bases militares que permitirán operación de soldados de Estados Unidos son una amenaza contra Venezuela, Cuba, Nicaragua, Argentina, Ecuador, Brasil y países de Latinoamérica afines a su filosofía, sin embargo, el principal objetivo es la población civil, esa que se manifiesta su descontento con valentía, aún a costa de ser violentada con todo tipo de acciones criminales, como los gases en el metro y contención de manifestaciones con armas de fuego.
La careta bolivariana y los petrodólares le sirven para aglutinar países y comprar conciencias allende sus fronteras. El financiamiento y protección a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es un juego peligroso que involucra directamente a México. El control de la zona de tráfico de cocaína de las FARC las relaciona con los carteles mexicanos. No se explican los volúmenes de trasiego sin una liga sólida y, por lo tanto, sin la protección del gobierno de Hugo Chávez.
Desde la participación activa de las células bolivarianas en la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en el 2005 y 2006, pasando por el financiamiento directo que otorgó el ex embajador en México, Roy Chaderton, a grupos de la Universidad Autónoma de México (UNAM), encabezados por Guadalupe “La Pita” Carrasco, hasta la presencia de Lucía Morett en un campamento de las FARC, perseguida por la INTERPOL, México es uno de los objetivos más codiciados de Hugo Chávez.
Victoria relata –y promete seguir haciéndolo-, una tragedia que día a día se actualiza y escala nuevos dramas sociales.
La conocí aquí, en México, en la tranquilidad de un café, en largas pláticas. Decidió retornar a Caracas y tomar las armas de la palabra para ayudar a sus hermanos, amigos y compañeros, de los cuales decía “no nos merecemos lo que está pasando, me regreso”.
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